La semana pasada, me topé con una tarde/noche con poco que hacer, y con una amplia selección de películas para ver. Primero, me imaginé que era el momento correcto y preciso para ver, por fin - sí, lo siento, no la había visto, sé que es peor que haber matado a un perro.-, Toy Story 2.
Lo único que puedo decir es que es una película hecha por juguetes. No para los niños ni para los juguetes, pero por juguetes. Es una película con un guión debil y con pocos e infantiles chistoretes. Perdemos un poco la profunidad que la anterior entrega nos había dado. Sin embargo, es una película disfrutable en su totalidad. Mención especial a la canción de la pequeña vaquerita, que aún al más prejuicioso y exeptico de los espectadores, hará llorar.
Después de ponerme al corriente con la "joya" que me había perdido, y justo un día antes del estreno de la nueva Toy Story 3, decidí que me quedaría con la parafernalia visual y vería la adaptación dirigida por Frank Miller, de la novela gráfica, The Spirit.
Gran sorpresa me llevé cuando a los 7 minutos, esta película se rompió el record de Batalla en el cielo de 16 minutos y ,practicamente me obligó a ejectearla de mi reproductor de DVD. Esta, se convirtió en una de las pocas películas que me han exhortado a quitarla antes de su fin. Y nótese que soy una persona que vio en la misma tanda, y por completo, las películas de Crepúsculo, Dragon Ball, La leyenda de Chun Li y Los fantasmas de mis ex-novias, sin ningún problema.
Después de tan mala película, llena de frases idiotas, cliches baratos, un Samuel L. Jackson en lo peor que puede dar, una historia imbecil y al papá de Kevin Arnold (Dan Lauria), me dispuse a quitarme el mal sabor de boca y ver por fin, Fantastic Mr. Fox.
Y fue ahí, que los mejores momentos de mi semana fílmica se revelaron ante mi. Fantastic... es una de las mejores películas del año, y muy probablemente, una de las mejores películas del siglo XXI. Dirigida por Wes Anderson (Rushmore, The Royal Tenembaums, The Darjeeling Limited), esta película realizada en animación stop motion, nos cuenta la historia del señor Fox, un hombre de familia que después de prometer dejar de robar gallinas para comer, vuelve a las andadas haciendo un último golpe que pone en peligro a toda su familia y comunidad.
La película si bien está disfrazada como una película infantil, es una más de Anderson, con los mismos sellos que caracterizan a su cine. Con una familia disfuncional como protagonista, una relación padre e hijo que podría poner celosa a la de Norman Bates y su madre, el uso de colores fuertes y contrastantes, diálogos mordaces, ácidos y muy precisos, y un personaje foraneo que complica todas las rutinas cotidianas.
El mismo Anderson confiesa que la vestimenta del señor Fox, es exactamente igual a la que él guarda en su closet. Haciendo evidente con esto, la cercana relación de la historia, personajes y situaciones, con su autor.
Aunque Anderson se guarda los largos travellings y planos secuencias, además de la selección musical común con Elliot Smith de sus películas anteriores, nos brinda una maravillosa banda sonora guiada por The Rolling Stones y su Street fighting man.
Pero el sentido de esta entrada, no es otra más que hacer notar que estas películas tienen sólo una gran diferencia. Las tres utilizan de forma original, diferente y creativa, el medio del cine que tanto nos ha dado a través del tiempo, pero que poco se ha modificado. La técnica cinematográfica, visual y auditiva, es grandiosa en las tres. La diferencia aquí, es lo que está detrás de eso, un buen guión y una voz autoral.
Mientras Toy Story 2 y The Spirit, pecan de carecer de un buen guión, una historia original y sólidos personajes y situaciones, Fantastic... es precisa en todo eso. Es fina, es elegante y es original.
Si el cine ha avanzado tanto, si el cine se ha estancado, es preciso volver a las raices, y este es el camino que los mayores exponentes del llamado cine del siglo XXI están logrando. Personas como Christopher Nolan, Paul Thomas Anderson, Darren Aronofsky y el mismo Wes Anderson, están anteponiendo una historia, un discruso a la técnica visual. Escriben una historia, le dan voz, vida y corazón, y después de eso, la imaginan y deciden cuál será el método más adecuado para llevarla a cabo. Ponen la técnica al servicio de la historia.
Ninguno de los anteriores puede ser atacado por hacer sus películas parecidas a las anteriores, pues aunque mantienen su sello particular, son diferentes en su manufactura y creación. Más adelante se tratará lo que hace maravilloso al cine de estos autores.
Me despido con la amplia recomendación de Fantastic Mr. Fox. Pocas cosas en la vida serán iguales después de verla.
Lo único que puedo decir es que es una película hecha por juguetes. No para los niños ni para los juguetes, pero por juguetes. Es una película con un guión debil y con pocos e infantiles chistoretes. Perdemos un poco la profunidad que la anterior entrega nos había dado. Sin embargo, es una película disfrutable en su totalidad. Mención especial a la canción de la pequeña vaquerita, que aún al más prejuicioso y exeptico de los espectadores, hará llorar.
Después de ponerme al corriente con la "joya" que me había perdido, y justo un día antes del estreno de la nueva Toy Story 3, decidí que me quedaría con la parafernalia visual y vería la adaptación dirigida por Frank Miller, de la novela gráfica, The Spirit.
Gran sorpresa me llevé cuando a los 7 minutos, esta película se rompió el record de Batalla en el cielo de 16 minutos y ,practicamente me obligó a ejectearla de mi reproductor de DVD. Esta, se convirtió en una de las pocas películas que me han exhortado a quitarla antes de su fin. Y nótese que soy una persona que vio en la misma tanda, y por completo, las películas de Crepúsculo, Dragon Ball, La leyenda de Chun Li y Los fantasmas de mis ex-novias, sin ningún problema.
Después de tan mala película, llena de frases idiotas, cliches baratos, un Samuel L. Jackson en lo peor que puede dar, una historia imbecil y al papá de Kevin Arnold (Dan Lauria), me dispuse a quitarme el mal sabor de boca y ver por fin, Fantastic Mr. Fox.
Y fue ahí, que los mejores momentos de mi semana fílmica se revelaron ante mi. Fantastic... es una de las mejores películas del año, y muy probablemente, una de las mejores películas del siglo XXI. Dirigida por Wes Anderson (Rushmore, The Royal Tenembaums, The Darjeeling Limited), esta película realizada en animación stop motion, nos cuenta la historia del señor Fox, un hombre de familia que después de prometer dejar de robar gallinas para comer, vuelve a las andadas haciendo un último golpe que pone en peligro a toda su familia y comunidad.
La película si bien está disfrazada como una película infantil, es una más de Anderson, con los mismos sellos que caracterizan a su cine. Con una familia disfuncional como protagonista, una relación padre e hijo que podría poner celosa a la de Norman Bates y su madre, el uso de colores fuertes y contrastantes, diálogos mordaces, ácidos y muy precisos, y un personaje foraneo que complica todas las rutinas cotidianas.
El mismo Anderson confiesa que la vestimenta del señor Fox, es exactamente igual a la que él guarda en su closet. Haciendo evidente con esto, la cercana relación de la historia, personajes y situaciones, con su autor.
Aunque Anderson se guarda los largos travellings y planos secuencias, además de la selección musical común con Elliot Smith de sus películas anteriores, nos brinda una maravillosa banda sonora guiada por The Rolling Stones y su Street fighting man.
Pero el sentido de esta entrada, no es otra más que hacer notar que estas películas tienen sólo una gran diferencia. Las tres utilizan de forma original, diferente y creativa, el medio del cine que tanto nos ha dado a través del tiempo, pero que poco se ha modificado. La técnica cinematográfica, visual y auditiva, es grandiosa en las tres. La diferencia aquí, es lo que está detrás de eso, un buen guión y una voz autoral.
Mientras Toy Story 2 y The Spirit, pecan de carecer de un buen guión, una historia original y sólidos personajes y situaciones, Fantastic... es precisa en todo eso. Es fina, es elegante y es original.
Si el cine ha avanzado tanto, si el cine se ha estancado, es preciso volver a las raices, y este es el camino que los mayores exponentes del llamado cine del siglo XXI están logrando. Personas como Christopher Nolan, Paul Thomas Anderson, Darren Aronofsky y el mismo Wes Anderson, están anteponiendo una historia, un discruso a la técnica visual. Escriben una historia, le dan voz, vida y corazón, y después de eso, la imaginan y deciden cuál será el método más adecuado para llevarla a cabo. Ponen la técnica al servicio de la historia.
Ninguno de los anteriores puede ser atacado por hacer sus películas parecidas a las anteriores, pues aunque mantienen su sello particular, son diferentes en su manufactura y creación. Más adelante se tratará lo que hace maravilloso al cine de estos autores.
Me despido con la amplia recomendación de Fantastic Mr. Fox. Pocas cosas en la vida serán iguales después de verla.
2 comentarios:
Jamás de me hubiera ocurrido calificar a una película como fina o elegante, pero parece adecuado.
Besos.
Ummm. Yo si ví The Spirit completa. En el cine. No estoy orgulloso de ello. A lo que voy es que creo que las que te echaste en una sentada, si lo hiciste solo, la verdad ahora te respeto mucho menos. Si hubo compañia, las paso, por que The Spirit esta al nivel, si no es que solo un poco arriba. Street Fighter no pude ver más de 5 minutos sin quejarme de algo y no pude ver más de 30.
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